Centro de Atención Comunitario de la ENEE, un espacio de inclusión y formación
Por Carlos Sánchez
En la Escuela Normal Estatal de Especialización (ENEE), situada en Providencia, Cajeme, existe el Centro de Atención Comunitario, un lugar que provee de herramientas a niñas y niños con discapacidad, dificultades severas de aprendizaje, conducta, comunicación o aptitudes sobresalientes.
En este espacio, el desafío, el empeño, la esperanza, la estimulación, el juego y la satisfacción convergen hasta lograr el objetivo en común: la construcción del conocimiento para ellas y ellos.
Entre docentes y estudiantes de la Licenciatura en Inclusión Educativa de la ENEE, este centro funge como un pulmón, un respiro y una realidad para las familias de Providencia y sus alrededores, pero también representa un aprendizaje constante en la formación de las y los futuros profesionales de la educación especial.
Nicole ya conoce todas las letras
Le dijeron que en ese lugar. Y anduvo. Desde entonces la felicidad es cotidiana. Porque el lenguaje se doma, porque la memoria retiene, porque por los hijos: todo.
Ese lugar es el Centro de Atención Comunitario (CAC), en el interior de la ENEE. Allí Dora Alicia Acosta, madre de Nicole y Mateo, encontró los caminos de la esperanza y realidad. Desde entonces sus hijos avanzan en el aprendizaje.
“Ya tengo un año viniendo. Mi cuñado trabajaba aquí, de conserje, y me comentó del Centro, pedí información y logré inscribirlos, estoy muy feliz aquí porque es mucho el avance en mis hijos”.
Lunes y jueves, desde la región que es hogar, Bácum, los niños tomados de la mano de su madre acuden a la Normal que se ubica en Providencia, Sonora. Un espacio cuyas características son el juego, la armonía, los pinceles coloridos que significan estrategia y seducción para el aprendizaje.
En este lugar, docentes y estudiantes de Inclusión Educativa son quienes encienden la magia de la solidaridad. Y reparten el conocimiento. Las consecuencias de felicidad en las diversas historias que allí se concentran e inscriben en la sociedad como un proyecto del bien común. Como en la memoria de Dora Alicia, quien, mientras espera a que termine la sesión de su hija Nicole, sentada en una banca y debajo de un árbol, manifiesta el contento y la gratitud por la existencia de estas sesiones:
“Mi hija entró aquí teniendo cuatro años, ella tenía retraso en el lenguaje, hablaba con su lengüita de fuera, no sabía hablar y ahora habla todo, se le entiende perfectamente, y están muy bien las clases porque le dedican cincuenta minutos solo a ella.
“El niño (Mateo) tiene estrabismo en su ojo izquierdo y también se le ha notado mejoría, igual con el lenguaje, ya está hablando, antes de venir a aquí no se les entendía nada. Ellos cuando vienen para acá, vienen felices, les gusta mucho. La niña va a tercero de kínder y el niño irá a segundo.
“A mi familia toda le da mucho gusto al ver que la niña entiende perfectamente bien y se comunica muy bien, todo le entendemos, ya sabe los colores, ya conoce todas las letras, escribe su nombre, dibuja lo que le pidamos, por ejemplo, le pedimos que dibuje comidas sanas y se pone a dibujar y colorear, se desarrolla super bien, igual que el niño”.
Antes de que el reloj marque las dos de la tarde, madre e hijos atraviesan las puertas de la ENEE, hoy es jueves, y la felicidad se posterga. El lunes la atención en ambos estudiantes reiniciará la narrativa de esa historia de felicidad, porque aprender es un gozo.
La satisfacción de aportar
Los privilegios se diversifican. Al enseñar también se aprende. Lo sabe y lo comparte, lo intuye y lo dice. Raúl David Espinoza (licenciado en Educación Especial, área Intelectual) no puede ser de otra manera más que afable. En la mirada y en su modo de hablar proyecta la vocación de servicio que cotidianamente ejerce en el Centro de Atención Comunitario.
A manera de remembranza, ilustra:
“Desde enero de 2024 estoy trabajando, echándole ganas, enseñándole un poquito de lo que uno sabe a los alumnos, guiándolos para que puedan ir aprendiendo, para el momento en el que salgan de su licenciatura tengan experiencia en el campo laboral, que viene siendo enseñar a los alumnos que tienen alguna dificultad, entonces lo que uno trata es guiarlos para que puedan trabajar con los niños, y también poder ayudarles para que eliminen barreras”.
En cuanto las dinámicas que se establecen, la difusión para atraer a niños, el maestro nos cuenta:
“Desde septiembre de 2023 ya había un seguimiento, se repartieron volantes, se les comunicó a los amigos, a familiares y vecinos, en la escuela también se dio la promoción de que aquí en la Normal existe un lugar donde, de parte de los alumnos, pueden ayudar a niños que tienen alguna discapacidad, alguna dificultad que estén presentando en la escuela; así ha sido el proceso y las acciones del Centro de Atención Comunitario.
“Actualmente tenemos 21 niños - alumnos con los que se trabaja de lunes a jueves, entre 12:00 y 14:00 horas. Los alumnos de ENEE que participan son alumnos que cursan a partir del tercer semestre, y en adelante”.
—¿Hay algún manual? ¿Técnicas?
—Primero necesitamos tener un diagnóstico del niño para de ahí partir y ver cómo podemos guiar a los estudiantes para que puedan trabajar. Existen diferentes actividades: por medio de un cuadernillo de lectoescritura, o puede ser por medio de algo que mejore su memoria: un memorama, un rompecabezas; las matemáticas básicas y también se puede trabajar en el lenguaje a raíz de las actividades que hacen los muchachos. Este es un centro donde se trabajan diferentes áreas, por lo regular son muchachos y muchachas de tercero a sexto semestre.
En la alegría de una de las clases, ante la presencia de Sandra Girón, estudiante de la ENEE que ejerce su práctica, el maestro accede a un recuento del entramado, lo que el proyecto aporta y trasciende en la sociedad:
“El CAC aporta bienestar a las familias. En lo pedagógico, muchas veces en las primarias regulares no se les puede atender a los niños ya que no todas las escuelas tienen Usaer (Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular), aquí contamos con la fortuna y el privilegio de tener el Centro, en el cual, si no tienen en la primaria, aquí se les puede atender”.
—¿Qué aprendes al prestar tus servicios en este Centro?
—Lo que me ha dejado el estar aquí es ver la satisfacción de los estudiantes de la ENEE, ver cómo sus alumnos van aprendiendo, eso te marca mucho, ver a un niño que no podía escribir su nombre, que vaya ya sabiendo escribirlo, te marca mucho. En una primaria quizá esto sea algo insignificante, pero en un niño especial es un despertar, es un gran avance para ellos, para su familia, es una emoción, es una diversión, es un reconocimiento; son muchas emociones, las cuales viven en los alumnos, en los niños estudiantes, y lo que vivo yo es muy gratificante.
Aprender y enseñar jugando
Escuchar la voz de su abuelo, el contenido de sus palabras, marcó su destino. Ahora Sandra Girón cursa el sexto semestre de la Licenciatura de Inclusión Educativa en la ENEE. Inclusión, que término tan más ilustrativo y necesario y vigente.
Ante la alegría de los materiales, en la mirada de Nicole quien es su alumna en ese pupitre que significa la chistera del aprendizaje. En el interior del CAC, en esta tarde de enseñanza, todo juega a ser divertimento y emoción.
Sandra y Nicole comparten las miradas y la sonrisa, en ellas la fraternidad se dispara, porque Sandra enseña y Nicole aprenden, la ecuación que significa tocar la vida desde la herramienta más trascendental que implica el hecho de estudiar.
Luego de la conclusión de la jornada educativa, Sandra cuenta los argumentos y decisiones:
“Mi abuelo siempre decía: ‘ayuda a la persona, no importa el contexto’. Mi abuelo veía un vendedor en la calle y él le compraba lo que ofreciera, muchos les decían que si por qué lo hacía, que quizá el dinero que él le facilitaba lo utilizaría para comprarse droga, mi abuelo respondía: ‘yo lo hago de buena fe y eso es lo que importa’.
“Me pasa lo mismo que a mi abuelo. De pequeña veía el Teletón de Televisa, y cuando yo platicaba de eso muchos de mis amigos me decían que eso era un robo, yo les decía que yo aportaba al Teletón con la intención de ayudar y que si ellos (los de Teletón) se lo robaban, quedaría en la conciencia de ellos.
“Yo miraba el programa y me gustaba mucho ver cómo se rehabilitaban las personas, o cómo a pesar de sus discapacidades lograban ser autónomos. Yo quería estudiar fisioterapia, pero hubo un sobrino que tenía características no muy regulares, me puse a investigar y asocié muchas de sus características con el trastorno autista, le comenté a mi mamá, le comentamos a mi tía, ella lo aceptó muy bien, entonces decidí ser maestra para ayudar a alumnos con estas características. Tengo una tía que es maestra y ella me dijo que había una escuela que se especializaba en lo que yo quería, me comentó de la escuela, me puse a ver todas las materias y era más general de lo que yo pensé, yo pensaba nada más en atender a personas con trastornos y discapacidades, pero aquí en la ENEE te enseñan la Lengua de Señas Mexicana, Braille, y no solo se trabaja con personas que tengan algún padecimiento, sino que también con niños que por causas económicas, familiares, están un poco más abajo del nivel medio de su salón, niños regulares que necesitan apoyo extra.
—¿Cómo te ha sentado estar aquí?
—Es más de lo que esperaba. Yo trato de egresar de aquí como una maestra y nada más, pero muchos maestros me han dado a entender que puedo ser maestra, sí, pero que también puedo tener mi clínica, abrir un espacio para dar apoyo extra además de trabajar en una escuela, o si aprendo bien la Lengua de Señas puedo ser intérprete, si aprendo bien el Braille puedo escribir un libro en Braille, no solo en lo que yo pensé que podría hacer al estudiar esta carrera. En el Centro de Atención Comunitario empecé el semestre pasado, este sería mi segundo semestre. Aquí los maestros nos ayudan, pero mi maestra Alejandra me dejó muy en claro que yo iba a buscar las actividades, yo haría el seguimiento, entrevistar a los papás, y hacer estas evaluaciones me ha ayudado mucho al momento de hacer mis prácticas. En las entrevistas con los papás se habla de las causas por las cuales traen a sus hijos al Centro, cómo es su círculo, porque si el problema del niño es que no sabe leer ni escribir, se debe analizar cuáles son las causas que conllevan a que el niño no logre leer, quizá algo esté pasando en su escuela y el niño se niega a aprender.
—¿Cuáles son las estrategias que has ejercitado en estos dos semestres de prácticas?
—Utilizo mucho los juegos, pongo a los niños y niñas a que formen letras con plastilina, o puntitos de pintura, con sus deditos van pintando, eso les llama mucho la atención; en mis prácticas he implementado el arte, les digo vamos a pintar esto, o a crear esto otro, si pintan un árbol les pregunto con qué letra empieza para ver qué letras conocen.
Los niños que he atendido han sido tres, y todos vienen no por un trastorno o trasfondo en sus casas, simplemente están por debajo del medio. Con la niña que estoy trabajando ahora entró sin conocer las vocales, y ahorita me sorprendió mucho porque la única que no conoció fue la “u”, pero en las mayúsculas la que no conoce es la “a”, sin embargo, ahora sí me sorprendió mucho el hecho de que ya se sabe las vocales.
Sandra y Nicole, ese juego trascendental, el arte de encontrarse los lunes y jueves.
Pronunciar la “R”
La influencia familiar. Ejercer por imitación. No falla. Y si la vida educativa tiende sus redes hacia la solidaridad, el pensar en los otros, entonces la carrera a ejercer es la del magisterio. Esta es la experiencia e historia de Cristina Bórquez, quien cursa el sexto semestre de la Licenciatura en Inclusión Educativa, en la ENEE.
“Al principio no quería estudiar esto, pero tengo familiares (que salieron de esta escuela) y ya que me tocó mirar lo que hacen, me gustó. Me gusta cómo trabajan.
Luego de su jornada educativa de ese jueves, planeaciones sobre la lectura dramatizada de una obra, en equipo, luego de un refresco y las sombras de los árboles en su humanidad, Cristina rememora los días:
“Hice el examen para ver si quedaba, y quedé. En el primer semestre todavía tenía mis dudas y en mi casa me decían: ‘dinos, estás muy a tiempo de saber si no es lo que tú quieres’. Una maestra nos dijo: ‘espérense a que vayan a prácticas, ya que vayan a prácticas se darán cuenta si esto es lo de ustedes, o no’. En mis primeras prácticas me mordió un niño, en la mano, esto en el Centro de Atención Múltiple (CAM), un niño autista agresivo; llegué a mi casa y me puse a llorar, pero ya después a como fue cambiando la actitud del niño, a como nos fuimos conociendo, me di cuenta que me gusta esta profesión, con ese incidente me di cuenta de que el niño no es agresivo porque quiere, sino porque así ha vivido.
—¿Cómo se da tu ingreso a este Centro de Atención Comunitario?
—Cuando cursaba el cuarto semestre nos ofrecieron participar como voluntarias, solamente para adquirir experiencia con niños que a lo mejor no tienen el acceso a una terapia o a cosas por el estilo o que solamente necesitan un poco de ayuda y que dependiendo cómo estén esos niños, vienen una o dos veces a la semana; entré y me quedé. Al principio participaba solo una vez por semana por ser del semestre más bajo, ya al entrar al sexto semestre nos dieron más días.
—¿Cuál ha sido tu aprendizaje?
—En el intercambiar actividades con los niños, o planearlas, porque muchas veces uno trae planeado algo y no funciona, al momento de estar con la clase se da uno cuenta de que el niño está aburrido y no está poniendo atención, por eso hay que improvisar en el momento.
—Cuéntanos alguna anécdota del proceso de evolución en alguno de los niños con lo que has trabajado.
—El semestre pasado me tocó atender a un niño con problemas de lenguaje, venía porque no sabía pronunciar la “r”, dejó de venir cuando ya la pronunciaba, solamente que ahora era muy marcado el pronunciamiento.
—¿Cuál es la estrategia para enseñar a un niño a pronunciar la “r”?
—No solamente sería el escribir o leerla, o estar intentando repetirla, el niño necesita mirar, escuchar, y que uno le explique qué palabras inician con “r”, y la vas a combinar así, o ahora la “r” está en medio de la palabra, o al final, o cuando las maestras nos instruyen cómo se debe gesticular, el lugar donde deben colocar la lengua, que hay que mover los cachetes, que hay que poner un lápiz entre los labios, entonces el aprendizaje y enseñanza abarca diversas cosas, no solo una libreta y una pluma.
—¿Cuál es tu proyecto de vida? ¿Cómo te visualizas en el futuro?
—Me miro enseñando Braille en el área de las matemáticas; me gustan las matemáticas y la Lengua de Señas Mexicana (LSM), pero me identifico más con Braille desde que fuimos a un centro en Hermosillo, allí me di cuenta que con las máquinas soy buena e identifico lo que se dice.
—¿Tienen algo de especial los lunes, que es cuando tienes práctica en CAC?
—Sí, y más cuando falto, por ejemplo, la semana pasada tuvimos evento, falté a las prácticas y la mamá de la niña me dijo que su hija tenía muchas ganas de ir a la clase.
—En el CAC se forman familias, también, más allá del trabajo.
—Sí, porque es convivir con ellos siempre, estar con ellos, y mirar el proceso; al inicio de las clases debemos redactar el proceso, y al final cuando miras todo lo que haces es muy gratificante.
—¿Cuáles son las características de la niña o niño con quien trabajas en este momento?
—Es una alumna no diagnosticada con problemas intelectuales y trabajamos desde lo más bajito, memoria a corto plazo, estamos reforzando mucho, dejando tareas; cuando es un caso no diagnosticado se empieza a trabajar con los papás, principalmente, porque se supone que los niños deben tener diagnóstico, y al momento de no tenerlo es más complicado y mayor aprendizaje porque vamos buscando mayores estrategias, si no funciona una cosa buscamos otra porque no sabemos si el niño o niña va a ser más accesible a un concepto de aprendizaje visual o auditivo, no sabemos cómo será su forma de aprender. Ahora estoy en práctica con un preescolar, tengo un alumno con Treacher- Collins, que afecta cuatro de los cinco sentidos, y este está siendo mi mayor reto.
Cristina fija su mirada en el universo que es el CAC, en su mente quizá cuenta las horas que faltan para regresar.