Lucía Tapia, egresada de UPN Hermosillo: arte y activismo desde la educación
El arte y la docencia llegaron a Lucía a temprana edad como una vocación, sin saber que más adelante se convertirían en la base de su activismo; ahora, tras 18 años de servicio en la educación, está convencida de que también son la mejor herramienta para enseñar a las infancias y adolescencias a prevenir el abuso sexual.
Lucía Tapia Gastélum es maestra de música en preescolar y está en proceso de conformar la organización civil Flores en el desierto. Comenzó a dar clases poco después de terminar el bachillerato en artes, pero la decisión de profesionalizarse la llevó a cursar la Licenciatura en Educación, en la Universidad Pedagógica Nacional, plantel Hermosillo.
Aunque ya contaba con experiencia docente, señala que estudiar la carrera le ayudó a conocer otros contextos educativos, sobre todo por lo heterogéneo del grupo.
“Siempre la educación es estar rodeada de muchas otras personas, y aquí fue aprender de maestras y maestros… Fue muy enriquecedor, porque son personas muy preparadas y también fue algo muy íntimo, éramos como una familia, a veces disfuncional, pero una familia que nos apoyábamos”, asegura.
A Lucía le gusta decir que desde ese tiempo, en su época universitaria, ya era activista, aunque todavía no sabía definirlo. Fue en los últimos años, primero como funcionaria y ahora desde la sociedad civil, que ha buscado impulsar la educación sexual y la prevención del embarazo adolescente.
En la Secretaría de Educación y Cultura, fue subdirectora de Enlace y Seguimiento de la Unidad de Igualdad y Género, donde se encargaba de promover campañas y talleres sobre sexualidad y prevención del abuso en la infancia.
La sensibilidad de las niñas y los niños, dice Lucía, les ayuda a ser más receptivos con las artes, pero también son más vulnerables a ser víctimas de engaño o abuso, es por ello que considera que los primeros años de vida son claves para abordar estos temas.
“El arte yo lo veo muy importante, porque es juego, es a través del teatro, pintura, música, como podemos enseñarles a prevenir desde esa edad. En secundaria queremos arreglar todo, pero ya las chicas están embarazadas, por eso es importante para mí, y siempre lo voy a defender a capa y espada, el preescolar, la edad inicial, porque los niños son esponjas”, agrega.
Tras culminar su etapa en la administración pública, Lucía regresó a su trabajo en la docencia y, junto a una amiga, comenzó a trabajar en la creación de Flores en el desierto, una asociación para promover el acceso a la información sobre sustancias psicoactivas. Piensa que este tema, al igual que la sexualidad, debe dejar de ser un tabú: “Hay que cambiar el discurso, ponerlo en positivo, pero siempre con información”.
Para Lucía, la decisión de ser profesora de música fue circunstancial, pero ahora que tiene más claro el potencial de la enseñanza a través del arte, seguir trabajando con las infancias es uno de sus mayores objetivos.
“Me gusta que me recuerden como esa maestra con la que podías platicar, porque les escucho. Cuando tienes el grupo, a veces andas apurada, no le puedes dar la atención a los 25 o 30 al mismo tiempo, y en la clase de música ya es diferente: hablan, escuchas, aprendemos a respetar y cantamos, es más íntimo todavía. Me recuerdan como esa maestra alegre, yo creo”.